Sin protección apropiada, la propagación de la corriente del rayo puede tener múltiples efectos. Por consecuencia, es preciso realizar una protección según las reglas del arte y conceder mucho cuidado a las puestas a tierra y a sus interconexiones con los elementos conductores tocando las bajadas de pararrayos y las masas eléctricas de la instalación.
La ionización del aire, debido a la corriente de rayo, genera cantidades importantes de partículas luminosas, o «fotones». Pueden provocar el deslumbramiento de un observador cerca del punto de impacto durante largos secundos.
La corriente de rayo es la causa de fuerzas electrodinámicas importantes que se manifestan por un fuerte incremento de la presión del aire (2 a 3 atmósferas) en el conducto de descarga. La onda de choque generado o «trueno» puede escucharse a varios decenas de kilómetro del punto de impacto bajo forma de fragores o de taconazo según su distribución espectral y la posición del
observador.
La resistividad de los suelos y de las puestas a tierra provoca un incremento brutal del potencial de la instalación en el momento del paso de la corriente de rayo. Diferencias de potencial pueden ocurrir sobre diversos elementos metálicos conectados de manera incorrecta a la puesta a tierra provocando cebadura, taconazos y destrucciones de equipamientos eléctricos o eléctronicos.
A cercanías del lugar de paso de la corriente del rayo aparece un fuerte campo magnético generador de tensiones y de corrientes de inducción sobre cada elemento conductor situado en su campo de acción inmediato. Las fuerzas mecánicas inducidas pueden provocar deformaciones, arrancamientos, destrucciones, …
Así como el paso de la corriente del rayo puede causar la muerte, la dispersión de la corriente del rayo en sus suelos heterogéneos genera también diferencias de potencial peligrosas para los seres humanos (tensión de paso) que pueden provocar quemaduras o interrupciones respiratorias y cardiacas.
Los efectos térmicos o «efecto Julio» pueden engendrar al punto de impacto la fusión de los materiales o su destrucción por explosión cuando presenten una fuerte tasa de humedad o salidas de fuego.
Estos efectos se traducen por la descomposición química de los materiales por reacciones electrolíticas. Aunque muy desdeñables y sin influencia en comparación con las corrientes vagabundas del suelo, aparecen principalmente al nivel de la puestas a tierra.